lunes, 24 de mayo de 2010

Una mirada a través de Oleanna

Por: Isabel Ibáñez de la calle



La patética publicidad de la obra de teatro Oleanna de David Mamet (1947), dirigida en México por Enrique Singer con las actuaciones de Irene Azuela y Juan Manuel Bernal en el teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque, no refleja la profundidad de esta obra. 

Pero la obra merece la pena
A tres días de haber visto la función, mantengo la sensación de que se trata de un texto en el que el espectador puede hacer rápidas conclusiones sin tener la certeza de conocer la verdad: ¿qué quiere decir el autor?, ¿a quién critica realmente?
     Carol, una alumna universitaria, se acerca al despacho de John, su profesor, angustiada porque parece no ir bien en el curso. Ella pide ayuda y repite en ocasiones “no poder entender los conceptos de la clase”; John la interrumpe en repetidas ocasiones, predice sus palabras asumiendo que conoce sus sentimientos y pensamientos y, con cierta prepotencia, se ofrece a ayudarla. La conversación es interrumpida varias veces por el teléfono de John, gracias a estos telefonemas domésticos nos enteramos de que será ascendido y de que comprará una nueva casa. La conversación entre ambos prosigue y, cuando Carol está a punto contarle el más íntimo de sus secretos, suena de nuevo en teléfono, John se disculpa y se van. En los dos siguientes actos Carol cambiará el destino de su profesor para siempre. Y el de ella en consecuencia.  

El título es la clave
Más allá de dirección e interpretación, la obra deja mucho que pensar respecto a relaciones de poder y respecto de las consecuencias de nuestras acciones. Sin embargo, el conflicto radica en cómo pueden ser interpretados nuestros actos. Sin embargo, no se trata de un problema de comunicación sin más –como lo plantea el programa de la puesta en escena en México–, a mi parecer, va más por el lado de un problema de ideologías y emociones viscerales; de mirar la realidad a través de mi propio espejo como único catalizador, un espejo donde se reflejan las sombras de mis propios demonios y complejos. De una lucha por la libertad que culmina en aferramiento a la propia esclavitud. Una lucha universitaria que va por el lado del poder y no del diálogo. Parece que, quien tiene el poder, es más libre de hacer y deshacer, pensar y cambiar de opinión. Pero quizá después de la función, ya no estemos tan seguros. 
     La obra es una crítica también al feminismo hardcore, de hecho, en su presentación en EUA  algunas feministas se quejaron de que el autor plantea a la mujer como un ser manipulador, profundamente vulnerable y hasta irracional. A mi parecer, el autor no desea realizar un juicio absoluto sobre la condición femenina, sino invitar a la reflexión de la ideología ciega como un camino sin sentido. Lo cual, no quiere decir que nos enfrentemos ante un hombre arrastrado a la desgracia por el feminismo exacerbado de una mujer. En este caso –y gracias– no hay buenos ni malos. hay jerarquías de poder que nos hacen tomar una postura u otra y actuar en consecuencia. Por ello, alguna crítica más local apunta a que el autor pretende reflejar los vicios de las instituciones de educación superior en Estados Unidos. Y cómo la institución impide la buena comunicación entre sus partes.
     Un dato es seguro: el autor pone el dedo en la yaga sobre algunos factores de la sociedad norteamericana, pues el título, Oleanna, hace referencia a una canción tradicional noruega popularizada en Estados Unidos por el músico Pete Seeger, en la que se crítica a la “perfecta” sociedad norteamericana.  

Oleanna en México
Sorprendentemente, Juan Manuel Bernal tiene una actuación destacada: te introduce en el papel y el personaje evoluciona, se afecta, se enriquece. Por su parte Irene Azuela se encasilla en una especie de mujer obsesionada que repite su discurso, que tiene miedo, pero que es valiente por otro lado. Más que alguien conflictuado realmente, parece una loquita que va por el mundo destrozando la vida de otros. Sus líneas, especialmente al final, no se acoplan con la actuación plana que maneja en casi toda la obra. Y parece que el personaje es más rico de lo que ella lo encarna.  
Por lo demás, “Apaga tu TV” recomienda asistir a la obra porque:
La temporada está  por terminar en junio y porque no hay mejor “plan T” que ir al teatro.  
La recomendación es responsabilidad de Apague su TV; el juicio y las consecuencias son responsabilidad de usted.  
Para información sobre horarios y costos visita: http://www.conaculta.gob.mx/Cartelera


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